La Compañía de Vinos Telmo Rodríguez, con motivo de su 25 aniversario, ha querido recordar una de las iniciativas más extraordinarias de la historia vitivinícola de nuestro país y ha reeditado el libro «El Medoc Alavés, la revolución del vino de Rioja” de Ludger Mees. Experimento pionero de la segunda mitad del siglo XIX y con el que se intentó hacer el mejor vino del mundo y que se presenta como un regalo para una nueva generación de viticultores.

Tecnovino Telmo Rodriguez
La presentación del libro contó con la participación de numerosas autoridades

La Compañía de Vinos Telmo Rodríguez ha presentado en Lanciego el libro «El Medoc Alavés, la revolución del vino de Rioja de Ludger Mees. Editada por La Fábrica, se trata de una publicación que saca a la luz uno de los capítulos más apasionantes en la biografía del vino de Rioja, y en general de la historia vitivinícola de nuestro país.
La presentación ha contado con la asistencia de diversas personalidades de las distintas administraciones, que, como ha señalado Telmo Rodríguez «con su presencia han reproducido en cierto sentido el mismo espíritu del Medoc Alavés, un experimento vitivinícola y comercial que en el siglo XIX reunió la iniciativa privada con distintos niveles políticos y administrativos en pro de una nueva forma de hacer y vender vino«.
A la presentación del libro han acudido, el Diputado General de Álava, Ramiro González, y el Diputado de Agricultura, Eduardo Aguinaco, los alcaldes de Lanciego, Gorka Mauleon y de Elvillar, Gerardo Olano, así como la alcaldesa de Labastida, Laura Pérez, el Director General del Consejo Regulador de la D.O.Ca. Rioja, José Luis Lapuente, el Presidente de Juntas Generales de Álava, Pedro Elósegui, y el Consejero de Cultura del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria Gorostidi.
También han acudido numerosos productores de la zona: Tierra y Remelluri, de Labastida; Ostatu, de Samaniego, La Marquesa, de Villabuena; Artuke, de Baños de Ebro; Artadi, de Laguardia; Mozo Wines, Mendieta, Gonzamendi, Bodegas Urarte, y Luis Azpillaga, de Lanciego; Tentenublo, de Lanciego/Viñaspre; y Bhilar y Maisulan, de Elvillar.

Experimento pionero de la segunda mitad del siglo XIX

Tecnovino Telmo RodriguezEsta es la reedición del libro publicado con el mismo nombre en 1995 por el historiador alemán, hoy catedrático en la Universidad del País Vasco, Ludger Mees a partir de uno de los apartados de su tesis doctoral, y editado inicialmente por la Diputación Foral de Álava. Como explica Telmo Rodríguez, “nos parecía que era fundamental volver a publicar este documento, e intentar sacar a la luz más información sobre este proyecto ya que tenemos mucho que aprender. Por eso se decidieron a adquirir los derechos de la obra y facilitar un ayudante a Mees para que durante un año trabajara para obtener más datos de la documentación disponible de la época.
En su revisión, el libro desarrolla aún más una de las iniciativas probablemente más insólitas y con mayor interés de la historia del vino en nuestro país, el experimento pionero con el que nació la marca El Medoc Alavés en la segunda mitad del siglo XIX y con el que se intentó hacer el mejor vino del mundo, con el objetivo de aprender de quienes estaban elaborando los mejores vinos entonces, y superarlos.
Varios fueron los nombres protagonistas de este proyecto pionero, como los bodegueros y viticultores Guillermo Hurtado de Amézaga y Zubia -Marqués de Riscal-, Francisco de Paternina, Galo Poves, José María Olano o Manuel Gortázar; Eugenio Garagarza, director de La Granja Modelo más tarde Escuela Práctica de Agricultura, y Ramón Ortiz de Zárate y Pedro Egaña, diputados generales de Álava. Pero sin duda dos son los nombres que destacan en esta aventura: Jean Cadiche Pineay y Gregorio Torrecilla.

Todo comenzó con el firme objetivo de la Diputación Foral de Álava y algunos de los viticultores de la época de hacer un vino nuevo para una clientela nueva y, sobre todo, de hacer el mejor vino del mundo

Todo comenzó con el firme objetivo de la Diputación Foral de Álava y algunos de los viticultores de la época de hacer un vino nuevo para una clientela nueva y, sobre todo, de hacer el mejor vino del mundo. Esto es algo que tal y como se explica en el libro solo podía “hacerse con los conocimientos científicos y técnicos desarrollados y perfeccionados con tanto éxito en la metrópoli mundial del vino de calidad para utilizarlos y adaptarlos a las condiciones específicas de Rioja y conseguir así un vino de Rioja bien elaborado”.
Para ello El Medoc Alavés contó con el mayordomo (hoy sería el enólogo) Jean Cadiche Pineau, con una amplia trayectoria en Château Lanessa en el Alto Médoc. Este recibió el encargo de dar las indicaciones a todos los propietarios y bodegueros que participaron en el experimento para la elaboración de un nuevo vino de estilo bordelés; la vendimia de 1862 fue la primera que se realizaría siguiendo sus criterios.
Junto con las técnicas traídas por Cadiche, y la nueva forma de elaborar el vino, el Medoc Alavés supuso también un hito en la creación de marca y en la forma de darla a conocer. En este punto es donde aparece la figura de Gregorio Torrecilla, quien siguiendo las indicaciones de Pedro Egaña – Diputado General de la Provincia de Álava entonces – fue encargado de presentar el vino en las “mesas de buen tono”, las de las élites políticas y sociales de nuestro país. Así, Torrecilla –una figura controvertida – cumplió con el cometido de hacer llegar ese nuevo vino a periodistas, médicos, farmacéuticos, y todo tipo de personajes relevantes de la época, incluida la Casa Real desde su despacho de vinos en la Carrera de San Jerónimo.
En su investigación recuperada ahora, Ludger Mees también destaca algunos de los factores que contribuyeron al declive de este proyecto, así como sus reflexiones acerca de la vigencia de este experimento en la realidad del vino en el mundo globalizado del siglo XXI. Porque, como explica Mees, “la historia permanece entre nosotros, o dicho de otra manera, el siglo XIX está más cerca del XXI de lo que muchos creen”.

Un regalo para una nueva generación de viticultores

Esta frase, sacada del libro, resume la filosofía de Compañía de Vinos Telmo Rodríguez, que trabaja desde hace casi 30 años con el rumbo fijado en recuperar, en mirar hacia atrás. Como explica el propio Telmo, hemos recuperado viñedos, variedades, muros…. Nos mueve el restaurar, el conocer estas historias que hablan de nuestro país; nos parece fundamental para construir nuestra historia y nuestro futuro”. Por eso, cuando se plantearon editar un libro para conmemorar su 25 aniversario, el estudio de Mees se presentó como un regalo para una nueva generación de viticultores, dispuestos a recuperar sus viñedos, sus bodegas, sus pueblos y sus vinos.
Pablo Eguzkiza, socio de la Compañía, recoge en el prólogo el porqué de celebrar el aniversario con el libro de Mees: “este es un relato del esfuerzo, dedicación y honradez de agricultores, políticos y agentes pertenecientes a la Administración que sirvieron bien al país y a su progreso. Esperamos que esta nueva edición inspire, como la anterior lo hizo con nosotros, a nuevos viticultores a recuperar sus viñedos, sus bodegas, sus pueblos y sus vinos”.