Bodegas Torres reintroduce en el Penedès la variedad ancestral de uva tinta Moneu. Es extremadamente resistente a la sequía y a las altas temperaturas. Se trata de una prueba que se enmarca dentro de su proyecto de recuperación de variedades ancestrales.

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La variedad tinta Moneu se ha plantado mediante la técnica del reinjerto, en la finca del histórico Castell de la Bleda que pertenece a Bodegas Torres.

Bodegas Torres vuelve a introducir en el Penedès, a nivel experimental, la variedad de uva tinta moneu, una variedad pre-filoxérica originaria de esta región vinícola y descubierta hace casi veinte años cerca de Querol, en el Alt Camp, gracias al proyecto de recuperación de variedades ancestrales. Después de años de experimentación y de constatar su alto potencial enológico, Torres ha decidido plantarla ahora, mediante la técnica del reinjerto, en la finca del histórico Castell de la Bleda, en el municipio de Santa Margarida i els Monjos, que ha adquirido recientemente.
Según Miquel Torres, director general de Bodegas Torres: “Estamos convencidos que en el Penedès, por su tradición vinícola milenaria, se cultivaban muchos tipos de uva antes de que la filoxera destruyera los cultivos de finales del siglo XIX. Más tarde, cuando se retomó el cultivo de la vid, muchas de estas variedades ya no se volvieron a plantar. Creemos que quedan, perdidas en algún lugar, testimonios de variedades que sobrevivieron a la plaga, como nos lo demuestran las cepas que hemos ido encontrando con los años”. Y añade: “Es muy emocionante ver como poco a poco, gracias a la ayuda de los viticultores, estamos recuperando el patrimonio y riqueza vinícola del Penedès, y de Catalunya en general”.

Moneu, resistente a la sequía y a las altas temperaturas

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La Moneu es una variedad extremadamente resistente a la sequía y a las altas temperaturas, según se desprende de la investigación que ha llevado a cabo la firma vitivinícola catalana.

Moneu, que toma el nombre del ‘Coster del Moneu’ situado cerca del lugar donde se encontró, se convierte en la segunda variedad ancestral que Torres reintroduce en el Penedès, después de haber plantado selma blanca en su finca de Aiguaviva hace un par de años. De las casi 50 variedades ancestrales que la bodega ha recuperado en los últimos 30 años, 6 tienen gran interés enológico y de éstas, 4 son originarias del Penedès. Querol y garró son las otras dos variedades penedesencas, que Torres ya utiliza en el cupaje de uno de sus vinos más emblemáticos, Grans Muralles, de la DO Conca de Barberà.
Moneu es una variedad extremadamente resistente a la sequía y a las altas temperaturas, según ha constatado Torres con los ensayos realizados en la finca de L’Aranyó, en el corazón de Les Garrigues, donde también está plantada.
Sus vinos desprenden un aroma intenso de fruta fresca, sobre un fondo ligeramente floral y láctico; son golosos en boca, con una marcada acidez, buena concentración y taninos equilibrados.

Un proyecto impulsado por la quinta generación

El proyecto de recuperación de variedades ancestrales, iniciado hace más de 30 años por Miguel A. Torres, actual presidente de Bodegas Torres, se encuentra actualmente en plena efervescencia gracias al impulso de la quinta generación con Miguel Torres, como director general, y Mireia Torres, como directora de I+D+i. Según Miquel Torres: “Tenemos un excelente equipo de profesionales que trabajan para cristalizar este proyecto en vinos que puedan llegar a salir al mercado, vinos que serán únicos, muy especiales e irreplicables en el resto del mundo”.

Miquel Torres, director general de Bodegas Torres: “Es muy emocionante ver como poco a poco, gracias a la ayuda de los viticultores, estamos recuperando el patrimonio y riqueza vinícola del Penedès, y de Catalunya en general”.

El proceso de recuperación de una variedad es largo y metódico: una vez se ha localizado una cepa desconocida, se identifica con la ayuda de un ampelógrafo, que observa sus hojas y los brotes, y mediante un análisis de ADN. Después se categoriza, se sanea, se reproduce in vitro y se planta en diferentes viñas experimentales para conocer las propiedades organolépticas de la variedad en cuestión. “De éstas, seleccionamos las más interesantes a nivel enológico, les damos un nombre, en caso de que no se conozca y que acostumbra a hacer referencia a algún elemento relacionado con el lugar donde fue encontrada, y las inscribimos en el registro oficial de variedades viníferas del Ministerio de Agricultura”, señala Torres.
Para profundizar en el estudio de las variedades ancestrales, Torres puso en marcha, el año pasado, una bodega de microvinificaciones en sus instalaciones de Pacs del Penedès para valorar el potencial enológico de una variedad, por muy pequeña que sea la cantidad de uva recolectada. Torres cuenta también con diferentes fincas piloto para el cultivo experimental de estas variedades, concretamente en Tremp, en l’Aranyó y en Mas Rabell, en el término municipal de Sant Martí Sarroca. La finca del Castell de la Bleda, con 16 ha de viña, se utilizará también a partir de este año para experimentar con variedades ancestrales.