El vino mallorquín destaca por su gran calidad y por sus métodos de producción tradicionales. De hecho, el entorno mediterráneo se convierte en la máxima esencia de estos vinos, que son como son gracias al clima mediterráneo que abraza la vid y le da características singulares.

Para conocer el vino mallorquín, las visitas en bodegas son un clásico, puesto que realizando esta actividad uno se puede adentrar en la cultura vitivinícola del lugar, aprendiendo así sobre las variedades de uvas autóctonas y los métodos de producción tradicionales. La mayoría de las bodegas dan la opción de disfrutar de catas de vinos dirigidas por expertos y que se pueden maridar con sabrosos platos de la gastronomía mallorquina. Además, se Pueden recorrer los pintorescos viñedos y conocer el proceso de vendimia durante la temporada adecuada.  

El vino mallorquín es altamente reconocido por la calidad y la singularidad que le proporcionan el clima y la geografía del destino

La riqueza del vino mallorquín viene sin duda de su riqueza geográfica, por ejemplo, el área de la DOP Binissalem, ubicada en paralelo a la Sierra de Tramuntana tiene un suelo perfecto para el cultivo de la uva, ya que, gracias a su composición, modula el crecimiento y la producción de la vid, permitiendo catar posteriormente, excelentes vinos. Asimismo, en mayo, organizan la Nit del Vi (Noche del Vino) en Palma y también en Binissalem, pero en septiembre, tiene lugar una de las fiestas más reconocidas relacionadas con el vino: la Festa Des Vermar (Fiesta de la Vendimia) con degustación de vinos, pisado de uva, entre otras actividades. 

Son vinos que desde la marca «Mallorca», que promueve el Consell de Mallorca, destacan sus altas características sensoriales: afrutados, mediterráneos y con matices de las uvas autóctonas, aspectos que los convierten en unos vinos bastante singulares.

Algunas de las variedades de uva autorizadas son las tintas manto negro, callet, monastrell o gorgollassa y algunas de las blancas como parellada, macabeo o moscatel de Alejandría. 

La DOP Pla i Llevant, también goza del clima mediterráneo de la isla y sus viñedos se encuentran prácticamente al nivel del mar. De tal manera que esta vid es afectada también por el Embat, un viento térmico y de origen marino que refresca, humedece y saliniza la uva, aportando unas propiedades que dan lugar a unos vinos únicos. Asimismo, se destaca la diferencia de tono entre los tipos de vino que produce:

  • Los blancos suelen ser más ligeros y con toques ácidos, aunque se caracterizan por su variedad.
  • Los negros tienen más toques de tierra y dejan un interesante aroma bouquet.

Cabe destacar que los espumosos son un producto por el cual cada vez más bodegas apuestan por su producción

El Vi de la Terra de Mallorca no es exactamente una Denominación de Origen, pero aporta valor a la cultura vinícola que está extendida por toda la isla. En las 7 regiones: Raiger, Pla, Tramuntana, Palma, Sierra de Levante, Migjorn, en las cuales hay bodegas, tienen matices diferentes lo que enriquece más el propio producto. Por ejemplo, en la zona del Raiger, que se encuentra protegida por el microclima de la Sierra de Tramuntana, los vinos tienen una gran calidad y gran intensidad. Esto contrarresta con la zona del Pla, que, con veranos calurosos e inviernos secos, produce vinos suaves y fáciles de beber para todo tipo de paladares.  

Mallorca, sus paisajes, cultura y costas bien valen una visita que por supuesto hay que acompañar con sus vinos y gastronomía.