/p>>Una de las últimas tendencias en el disfrute del vino es el maridaje sonoro. La música y el vino comparten esa capacidad de hacernos sentir. Lo que escuchamos puede influir en lo que sentimos e incluso en el sabor del vino que se esté degustando en ese momento. Así, para asegurarnos que la elección es la acertada, desde Vinissimus nos sugieren cinco maridajes sonoros cuya experiencia multiplicará la sensación de placer que nos evocan ambas creaciones.
Tecnovino maridaje sonoro

Maridar música y vino se está convirtiendo en algo relativamente habitual entre los aficionados a ambas disciplinas y cada vez son más los eventos que los fusionan acercándose a nuevo público. Se sabe que escuchar música puede tener influencia en nuestro comportamiento y, por tanto, también en nuestros sentimientos. Según un informe de la Universidad Heriot Watt de Edimburgo, escuchar un tipo de música u otro influye en el sabor del vino que estemos saboreando en ese momento.
Cuando la relación entre música y vino es la acertada, la experiencia puede multiplicar la sensación de placer, tal y como sucede cuando maridamos un vino con el plato adecuado; sin embargo, en este caso no son ni el gusto ni el olfato los órganos estimulados, sino el oído.
Vino y música son melodías, vibraciones que nuestro cuerpo percibe de modos distintos pero que pueden potenciarse recíprocamente. Para empezar a sumergirnos en esta nueva tendencia, el eCommerce Vinissimus, sugiere cinco maridajes sonoros entre vinos de estilos diversos y algunas de las canciones pop/rock más populares y especiales de los últimos tiempos.

  • Adele, Someone Like You (live at the Royal Albert Hall 2011): Adele es siempre intensa y emocionante, y en esta ocasión canta desde el dolor de la pérdida, con la nostalgia del verdadero amor que se fue. La letra de la canción dice que “a veces el amor duele, a veces perdura”, evocando el juego entre lo dulce y lo amargo, como sucede con la fruta y las duelas tostadas de las barricas del Viña Tondonia Blanco Gran Reserva 1981, un vino que defiende un estilo que muchos daban casi por perdido y al que se echaría mucho de menos si algún día grandes bodegas como Tondonia dejaran de elaborar.
  • Metallica, Enter Sandman (live in Nimes, 2009): ritmo, energía, bajos, batería, siempre con las pulsaciones muy arriba, metiéndose a todo el público en el bolsillo entre fuegos artificiales y acordes estridentes. Algo intimidante inicialmente, embaucador y oscuro, como la pulpa de la garnacha tintorera, como La Atalaya del Camino 2016, un vino tinto de gran volumen, color e intensidad aromática, impactante de inicio, imprescindible tras unos sorbos.
  • The Cranberries, Ridiculous Thoughts: la fuerza de la feminidad, una voz, una personalidad que desmonta el pensamiento ridículo de asociar forzosamente lo femenino con lo débil o delicado, tal y como suele suceder con la uva garnacha. En memoria de la gran Dolores O’Riordan se ha escogido un vino que es también una oda al carácter de una tierra tan preciosa, y en ocasiones tan dura, como su Irlanda natal: la Sierra de Gredos. El Hombre Bala 2016.
  • The XX, Crystalized: jóvenes, llenos de luz interior, vibrantes, tenues, pero intensos. Aparentemente escondidos tras una nube como la que luce en la etiqueta de Cloudy Bay Sauvignon Blanc 2018. Recién llegados al panorama musical y arrasando, tal y como sucedió con los vinos de Nueva Zelanda, conquistando desde la pureza, desde la esencia. Cloudy Bay se ha convertido en muy poco tiempo en un vino referente a nivel mundial, tal y como está sucediendo con la energía y el encanto de los chicos de The XX.
  • Nirvana, All Apologies 1993, MTV Unplugged in NY: voz grave y seca, brut nature, conectando con su entorno al más puro estilo biodinámico, integrando todos los elementos para crear un ambiente único. Un concierto básico, como el vino elaborado simplemente con lo que la naturaleza ofrece, sin artificios, cálido y envolvente como el sol que menciona la canción, como la misma chaqueta de Kurt Cobain. Recaredo Brut de Brut Finca Serral del Vell 2009 un vino para beber y disfrutar de la sobriedad, sin disculparse por ello.