El enólogo e ingeniero al frente de la bodega Gómez Cruzado participó en la mesa redonda “Las tres ‘r’ del enoturismo: retos, realidad y rentabilidad” en las XIV Jornadas Uruñuela Calidad celebradas en el pueblo riojalteño. En su exposición Leza apeló a considerar el enoturismo como “un negocio complementario”, separado del de bodega, que contemple su plan de negocio propio, que se analice de manera individual, dotado de los medios y del personal profesional necesario, con horarios de apertura amplios que satisfagan las necesidades del viajero.

Las XIV Jornadas Uruñuela Calidad celebradas en este pueblo riojanose han elegido como tema “Las tres ‘r’ del enoturismo: retos, realidad y rentabilidad”. Emilio Barco, profesor de la Universidad de La Rioja, moderó un debate en el que participaron, además de Juan Antonio Leza de la bodega Gómez Cruzado, el periodista de Diario La Rioja Alberto Gil, el ingeniero agrónomo y enólogo Antonio Remesal, la directora de la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino, Nuria del Río, y el responsable de enoturismo de Aldeanueva de Ebro y director de la empresa Uvas y Vinos, Isidro Moneva.

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Juan Antonio Leza en el viñedo Las Laderas de Ollauri.

Del enoturismo ya se hablaba hace cincuenta años -como prueban los escritos del periodista Álvaro Ruibal en la obra “Los viñedos liberales”- y continúa siendo tema de debate, como el moderado por el profesor de la Universidad de La Rioja Emilio Barco en las XIV Jornadas Uruñuela Calidad celebradas del 9 al 21 de abril. En una mesa de debate se analizaron sus tres ‘r’: retos, realidad y rentabilidad, con los textos de Ruibal como punto de partida por su virtud de anticipar lo que el turismo del vino es hoy. Juan Antonio Leza, ingeniero y enólogo al frente de la bodega Gómez Cruzado del Barrio de la Estación de Haro, añadió a las tres ‘r’ la del riesgo:Debemos evitar que el enoturismo se convierta en una moda pasajera y muera de éxito sin haber acabado de hacer bien las cosas”.
Leza aportó cifras de las Rutas del Vino de España para radiografiar al enoturista actual: el 65 por ciento de los visitantes tiene más de 36 años, viaja mayoritariamente en pareja y un 54 por ciento pernocta en el territorio. Presenta un gasto medio de 400 euros por persona y escapada de dos días y medio de duración, con un gasto de 160 euros/día por persona frente a 125 euros del turista global. “Es un recurso económico a nuestro alcance. Pero nos estamos desenfocando a la hora de abordar el enoturismo como tal recurso económico”, advirtió.

Juan Antonio Leza: “Las bodegas no terminamos de creer en el enoturismo como un negocio aparte, como la hostelería. Un negocio complementario. O se aísla del negocio de bodega y se analiza de manera individual, o es difícil verle el color”.

Las bodegas no terminamos de creer en el enoturismo como un negocio aparte, como la hostelería. Un negocio complementario. O se aísla del negocio de bodega y se analiza de manera individual, o es difícil verle el color”, expuso. Para Leza, el enoturismo necesita de un plan de negocio propio, unos equipos bien dotados cualitativa y cuantitativamente y una apuesta horaria amplia para abrir domingos y festivos, acompasada con las necesidades del viajero. Y siempre partiendo de una definición clara de producto, todavía un tema pendiente.
Leza pidió “inversión y perspectiva a largo plazo”. También “paciencia” en un negocio en el que “la rentabilidad no es inmediata”. Además de la pura rentabilidad económica basada en la inversión realizada o las ventas de vino que se puedan realizar a los viajeros, el enoturismo es un negocio más rentable en otros términos y, fundamentalmente, “en la manera de contar y comunicar tu marca” para bodegas de pequeño tamaño como Gómez Cruzado. “Quien se lleva una experiencia satisfactoria, se lleva la marca grabada para siempre y serán embajadores de esa marca”, añadió.

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Enoturismo en la bodega Gómez Cruzado del Barrio de la Estación de Haro.

Asimismo, subrayó que el enoturismo “es muy buen instrumento financiero para equilibrar la tesorería de la empresa a lo largo del año” y compensar la estacionalidad de la producción y venta de vino que se refleja en una estacionalidad de la liquidez.

Hablar de viajeros, no de turistas

Leza enfatizó la diferencia entre viajeros y turistas: “La Rioja necesita pocos menos turistas y muchos más viajeros que lleguen con la mochila vacía y les apetezca enriquecerla de experiencias: además de las bodegas, un buen paseo, unas buenas vistas, un buen restaurante…”.
Entre los retos, lamentó que todavía “no somos atractivos como destino” y, en este punto, se mostró a favor de que la Administración “coja la bandera del vino” en la promoción y, en torno a ella, construir con otros atributos del territorio el relato de región para evitar “dispersar energías”. La colaboración entre gobiernos limítrofes es fundamental, dijo, así como coherencia en el enfoque. “No podemos querer ser Patrimonio de la Humanidad por nuestro paisaje y paisanaje y al mismo tiempo avanzar en concentraciones parcelarias”, afirmó, mencionando también la cicatriz que supondría un proyecto de AVE en el viñedo de Rioja Alta.
Al sector privado le invitó a viajar, a salir de España para, con inquietud, “aprender viendo donde lo hacen bien, como en Burdeos, Oporto, Napa o Sonoma”.