/p>>El departamento de Producción Vegetal y Recursos Forestales de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias (ETSIA) de Palencia ha llevado a cabo distintas técnicas para detectar zonas de estrés en los viñedos, con el objetivo de corregir deficiencias que influyen en la calidad y la rentabilidad de la uva. Una de las técnicas se basa en usar parámetros de fluorescencia de la clorofila, para lo que se necesitan sistemas de teledetección avanzados bien a pie de campo o desde el aire, mediante aviones y drones.

El profesor de Viticultura, Pedro Martín Peña, ha manifestado a Efe que las plantas, como cualquier ser vivo viven situaciones de estrés ante problemas de nutrición o de falta de agua y «que repercuten en la calidad de la uva y por tanto en la calidad del vino». En el caso del estrés del viñedo se habla de estrés nutricional debido a la falta de nutrientes o el estrés hídrico ante la falta agua, pero en general se alude al estrés cuando «hay algo que perjudica a la planta y por tanto a la uva».

Tecnovino tecnicas medir estres del vinedo Etsia
Foto: Ruta del Vino Ribera del Duero.

El departamento de Producción Vegetal de la ETSIA ha desarrollado distintas técnicas para detectar las zonas de estrés en las parcelas, medir sus niveles y el tipo de estrés que sufren las plantas en los distintos puntos de la misma parcela, y así corregir deficiencias que influyen en la calidad y la rentabilidad de la uva.
Durante años este departamento de la Universidad de Valladolid ha velado por la salud de las plantas y con esta investigación ha logrado «relacionar las situaciones fisiológicas de falta de nutrientes o carencias hídricas, con la calidad y cantidad de las uvas«. Así explica Pedro Martin Peña que «si una planta da mejor calidad es porque hace mejor la fotosíntesis, porque tiene las hojas mejor distribuidas, porque captan mejor la luz, porque no tienen ningún problema y en definitiva porque no tienen estrés».
Entre las técnicas muy avanzadas que han realizado destaca el uso de parámetros de fluorescencia de la clorofila, que sirven para detectar el estrés más importante de las plantas, la falta de hierro o clorosis férrica, que además lleva asociadas carencias en otros minerales y tiene como resultado el retraso de la maduración de la uva, que a su vez repercute negativamente en el color y en la estructura del vino. A través de la fluorescencia se detectan niveles de asimilación en la fotosíntesis, «para ver las plantas que tienen una fotosíntesis buena o mala, de forma que luego se pueden relacionar los niveles de fotosíntesis con los niveles de calidad de la uva», expone.
Como la fluorescencia no se detecta a simple vista, se necesitan sistemas de teledetección avanzados que miden las propiedades ópticas de la vegetación, bien a pie de campo o desde el aire.
Estas técnicas se han desarrollado en colaboración con el Instituto de Agricultura Sostenible del Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC, en parcelas de la DO Ribera de Duero. La información se recoge desde aviones y drones con sensores, con ella se elaboran los mapas de calidad cuya interpretación servirá después para tratar las plantas con estrés, aplicar correctores de forma precisa, solo en las zonas que lo necesitan, y para manejar el viñedo sabiendo cuál es el mejor momento para vendimiar.
Todas estas ventajas suponen «un ahorro de costes en abonos, agua, energía», señala el investigador que también recalca que se mejora la productividad y la calidad de la cosecha y como consecuencia directa la rentabilidad de las producciones.