Fuentenebro y sus laderas han sido la elección de Pago de los Capellanes para arrancar con su nueva apuesta por la viticultura de altura. La bodega familiar empieza una nueva aventura en un terreno poco intervenido para garantizar la obtención de uva de calidad en el futuro, en una muestra de lo que les hace definirse fieles a su espíritu innovador. Se trata de un área dominada por laderas con los viñedos más altos de la Ribera del Duero, capaces de obtener frutos que conservan su acidez natural mediante una maduración de la uva más lenta.
Pago de los Capellanes da a conocer su nuevo proyecto: «Desde hace más de veinte años, la familia Rodero-Villa ha trabajado con ilusión en el cuidado de viñas, tratando cada parcela según sus características para obtener vinos de calidad capaces de expresar su terruño«. Por ello, dicen «en su voluntad de superación y pasión por lo auténtico, Pago de los Capellanes ha querido dar un paso al frente y apostar con decisión por la viticultura de altura en una zona a 50 km de Pedrosa de Duero, donde se sitúan los viñedos más altos de la Ribera del Duero, con laderas de arcilla entre 950 y 1000 metros de altitud». Para la firma vitivinícola constituye «una manera de asegurar el futuro de la excelencia en sus referencias a través de terrenos poco intervenidos que garantizarán la obtención de uva de calidad gracias a su clima mucho más frío, con sanidad total por su altura y ventilación, condiciones que favorecen la recogida de uva en perfecto estado».
Fuentenebro significa el arranque de la viticultura de altura en Pago de los Capellanes
Fuentenebro es sin duda la punta de lanza de este nuevo proyecto. Una zona de gran diversidad de suelos, todos ellos con base arcillosa, en la que se encuentran algunas de las viñas más antiguas de la denominación. Viñedos apasionantes en los que la bodega puede obtener frutos que conserven su acidez natural mediante una maduración de uva más lenta. Señalan que es una apuesta fruto del «decidido empeño» de la bodega «en liderar la innovación en una de nuestras grandes regiones vinícolas». Por el momento, ya se ha comenzado a elaborar las parcelas de viñedo antiguo de esta zona, cuyo resultado se podrá disfrutar dentro de dos años aproximadamente, según señalan desde Pago de los Capellanes.
El equipo de Pago de los Capellanes lleva a cabo una viticultura no invasiva, estudiando y elaborando cada parcela por separado, interpretando lo que la tierra les ofrece para de ese modo poder ofrecer en un futuro un vino tinto que exprese las condiciones únicas de este paraje de la Ribera del Duero. Un proyecto importantísimo para Paco Rodero, Conchita Villa y su hija Estefanía Rodero (quien se unió hace tres años a la dirección de la bodega), que han emprendido esta nueva andadura como un nuevo e ilusionante capítulo en su misión de elaborar vinos singulares y fieles a su filosofía vital y empresarial, como demuestra también su reciente producción de vinos blancos con la variedad godello en Valdeorras con O Luar Do Sil.
Pago de los Capellanes, la historia de una bodega familiar
Situada en Pedrosa del Duero, la bodega Pago de los Capellanes pertenece a la tercera y cuarta generación de una familia vitivinícola natural de la Ribera del Duero. Desde hace más de veinte años, el matrimonio Paco Rodero-Conchita Villa ha cosechado los frutos de una bodega que fundaron en 1996 con mucha ilusión a partir del cuidado de unas pequeñas parcelas pertenecientes a la familia Rodero. A ellos se unió hace más de tres años su hija Estefanía Rodero Villa, quien representa a la cuarta generación de esta familia, para ofrecer una nueva visión al proyecto desde su «expertise». La elaboración de vinos artesanales, complejos y de larga vida por delante, que expresan con honestidad los matices y la autenticidad de cada parcela, es uno de los principios de Pago de los Capellanes.
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