Neiker-Tecnalia ha realizado una interesante investigación por la que han logrado disminuir la necesidad de fitosanitarios para tratar las enfermedades más habituales de la vid hasta un 50%. Sobre una hectárea, esta reducción permitiría un ahorro económico del 28% para el control del mildiu y del 90% para el oídio. Son algunas de las conclusiones del proyecto Fitovid que perseguía demostrar la utilidad de la viticultura de precisión orientada a la sostenibilidad ambiental.

Neiker-Tecnalia ha dado a conocer los resultados del proyecto Fitovid, una investigación en la que se ha embarcado a lo largo de tres años sobre las enfermedades de la vid y la aplicación de fitosanitarios. Tras finalizar han organizado una jornada de transferencia al sector celebrada en Arkaute el pasado 27 de septiembre.
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Con el proyecto Fitovid se ha logrado reducir en hasta un 50% la cantidad de fitosanitarios a aplicar en la vid. Este estudio liderado por Neiker-Tecnalia, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, dependiente de la Viceconsejería de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno Vasco, cuyo objetivo principal era demostrar que es posible reducir el impacto ambiental de la producción de uva si se disminuyen las aplicaciones de fitosanitarios. Además de Neiker-Tecnalia, en Fitovid también han participado como socios Azti, Tecnalia, la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
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Menos tratamientos de fitosanitarios implican menos costes

En el caso del mildiu, se ha logrado reducir un 50% el número de tratamientos necesarios, y en el oídio, un 20% respecto al modelo habitual aplicado por bodega o viticultor. Sobre una hectárea, esta reducción permitiría un ahorro económico del 28% para el control del mildiu y del 90% para el oídio. Los resultados se han dado a conocer en una jornada que ha tenido lugar en Arkaute, en la que han tomado parte diversos agentes del sector viticultor y que ha contado con la presencia de Bittor Oroz, viceconsejero de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno Vasco.
El proyecto Fitovid ha tenido una duración de tres años y se ha centrado en el tratamiento de las enfermedades de mildiu y oídio, las más habituales en los viñedos de La Rioja Alavesa y en txakoli. Se ha trabajado en parcelas ubicadas en dos zonas agroclimáticas, una en Laguardia (Araba) y otra en Aia (Gipuzkoa), donde se han aplicado distintos productos fitosanitarios en la variedad de vid más representativa de cada zona: en Laguardia se ha testado en Tempranillo y en Aia sobre Hondarrabi zuri.
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La investigación ha consistido en emplear en estas parcelas nuevas técnicas de manejo y los fitosanitarios más comunes, y en evaluar el uso de fitosanitarios denominados ‘residuo cero’ como alternativa a los productos convencionales.
Las parcelas se dividieron en subparcelas para aplicar diferentes esquemas de tratamientos en las campañas 2015 y 2016. Los frutos y cosechas obtenidos se analizaron en la UPV/EHU, para valorar la persistencia de los fitosanitarios en el suelo, el agua y en los productos del viñedo (uva, mosto y vino). Y en AZTI para realizar los análisis de toxicidad y bioaccesibilidad de los mismos en seres vivos, mediante ensayos en pez cebra. Con la colaboración de Tecnalia se ha desarrollado un dispositivo capaz de detectar el mildiu antes de que el ojo humano sea capaz de ver los síntomas en la planta, como herramienta que facilite la toma de decisión de aplicación del primer tratamiento para disminuir la presión infectiva del microorganismo que provoca la enfermedad. Y la UPC ha impartido formación a los viticultores y técnicos del sector sobre la calibración de la maquinaria aplicadora, haciendo hincapié en la necesidad del estado óptimo de estos equipos para contribuir en la disminución del aporte de fitosanitarios al medio ambiente y aporte de la carga justa al cultivo para evitar excesos en el producto final.
El proyecto Fitovid se plantea en base a la Directiva Europea de Uso Sostenible de Plaguicidas, 2009/128/CE, que establece un marco para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas mediante la reducción de los riesgos y los efectos del uso de los plaguicidas en la salud humana y el medio ambiente, y el fomento de la gestión integrada de plagas y de planteamientos o técnicas alternativos, como las alternativas no químicas a los plaguicidas.